Me quede
asombrado observando el legajo. Una carpeta gris con la etiqueta autoadhesiva
con la leyenda “RESURRECCIÓN NAUFRAGIO 16-12-1640”, el oficial había depositado
la carpeta sobre la mesa de despacho, y aunque no parecía muy convencido, se
hizo a un lado y me señalo con su brazo izquierdo una silla frente al
escritorio.
Tras tomar asiento
me puse los guantes y abrí el dossier, tres preciosos manuscritos del siglo
XVII aparecieron ante mi.
El diario de a
bordo del “Resurrección” constaba de unas treinta hojas escritas por ambas
caras, el diario de a bordo del “San Juan Nepomuceno”, al corresponder solo al
día del naufragio constaba de dos hojas, y el expediente del Santo Oficio
constaba de veinte paginas, como digo todas escritas por las dos caras, en un
grueso papel amarillento con manchas de salitre, hojas cosidas unas a otras de forma
esmerada con un brillante hilo rojo, y deteniéndome algo mas en la observación,
vi algo mas que helo la sangre.
En el diario
del “Resurrección”, las últimas páginas presentaban en sus rasgos manuscritos
irregularidades en la escritura.
Eran palabras escritas por manos temblorosas que mantenían el pulso a
duras penas, palabras temblorosas e intercaladas algunas manchas rojizas,
¿sangre humana?, puede que si.
Ese diario de
a bordo, fue en su tramo final, escrito por un oficial de Marina que se forzaba
a mantener la serenidad en las puertas del infierno.
Comencé a leer
detenidamente, y no podía parar de hacerlo, devorando la historia, y
garabateando anotaciones en el folio que se me autorizo a utilizar.
Observándome como un halcón, el oficial de documentación de la Armada, no podía
disimular su ansiedad, percibía mi emoción, percibía que yo trataría de forzar al canal de TV para que
realizara el pago de 300.000 Euros. Porque nunca había leído algo así.
Ahora paso a
plasmar mi resumen, un folio, un único folio epitafio del trágico y terrorífico
final de la tripulación del “Resurrección”:
Extracto de el
diario de a bordo del “Resurrección”, redactado por el Capitán de dicho Navío
D: Ernesto Gimeno de las Costas, día 10-12-1640:
“Los Marineros Nuño Martínez y Rafael López,
que llevaban dos días aquejados de fuertes fiebres, sin que el galeno de a
bordo las consiguiese rebajar, han entrado en un estado de sopor idéntico a la
muerte. Hasta el punto que el pater, había preparado ya sus hábitos, y se
disponía a proporcionar los sagrados sacramentos de la extrema unción, cuando
de repente, el marinero López , ha levantado la cabeza y con los ojos
desorbitados, pronunciando gruñidos propios de fieras y no de personas, asió
por los brazos a un desdichado grumete. De nombre Diego Laínez, de catorce años
de edad, que estaba preparando la estola del cura, y una vez lo tenía bien
sujeto, comenzó a darle mordiscos a dicho grumete, arrancándole grandes trozos
de carne de brazos y cara. Atraídos por los gritos de espanto del cura, han
acudido cuatro Infantes de Marina, que hacían la guardia de cubierta, estos
espantados ante la escena, vieron como los dos marineros agonizantes habían
revivido y devoraban al grumete.
Una vez recuperados del maltrago inicial,
acometieron a los dos endemoniados con sus espadas de Reglamento. Dándoles
muerte, aunque dos de los Soldados han sido heridos por mordedura.”
12-12-1640:
“El mar sigue en calma, los vientos son
favorables, y en cuatro o cinco jornadas, deberíamos arribar a la ciudad de
Cádiz. Pero para mi sorpresa y horror, después de declarar malditos, y arrojar
al mar sin cristiana ceremonia a los dos endemoniados, los dos soldados
heridos, y otros tres hombres de guerra de la misma compañía, presentaron las
mismas fiebres, que en pocas horas habían consumido a los cinco hombres.
Cuatro horas antes de escribir estas letras,
los afectados levantáronse de sus camas, y con los ojos muertos , sin atender a
ningunas razones, gruñendo como perros rabiosos como únicas explicaciones. La
emprendieron a mordiscos y golpes con sus compañeros en los camarotes de la
gente de guerra.
Pillada por sorpresa la Tropa, hubo varias
bajas, agravada la situación por el hecho de que los endemoniados son muy
difíciles de matar, siendo necesario romperles o atravesarles la cabeza, o
alcanzarles justo en el centro del pecho, no causándoles ningún efecto
inmediato el rajarles las tripas o cercenarles miembros.”
13-12-1640:
“ El pater ha celebrado un exorcismo para
expulsar a los demonios del navío, han caído enfermos otros quince hombres
entre gentes de guerra y de mar.
El médico aconseja darles muerte antes de que se transformen.
Le contesto que como se le ocurra facer semejante fechoría, le descerrajo un
tiro en la cabeza a el.
Aunque si accedo a encerrarlos.”
15-12-1640:
“ La decisión de no sacrificar a los enfermos, no pudo estar mas
herrada. Todos se han tornado en
endemoniados, y para mala fortuna nuestra, la tempestad que se desato a
medianoche, facilito su huida, al arrancar las puertas de las bodegas donde
estaban encerrados de sus bisagras, debido a los grandes saltos que daba el
barco.
Produciéndose las peor de las
batallas posibles a bordo de este desdichado y maldito barco, con el navío
dando grandes arreones por la mala mar, surgían los endemoniados de entre las
olas que batían la cubierta, estos malditos con sus rostros desencajados y
manando esa extraña sangre, oscura y muy espesa, de las heridas que les
producían los componentes de mi tripulación, convertidos en soldados de Dios, yo
mismo, tras propinarle tres estocadas mortales de necesidad en las tripas a un
endemoniado, que hasta hace dos días, era el Contramaestre muy querido por mí
D. Diego de Alcazar, opte por volarle sus sesos con un tiro de pistola, cuando
estaba a punto de hincarme el diente. Escribo estas líneas tras ganar la
batalla, con todavía salpicaduras de las entrañas del endemoniado, en mis ropas
y mis manos”.
16-12-1640:
“Todos los hombres heridos en la jornada de ayer, se han transformado
junto con otros veinte que han contraído dichas fiebres.
A estos los estamos matando sin
sacramentos ni curas, pues el cirujano esta muerto, y el sacerdote es un
endemoniado. Estamos defendiendo el Puente de Mando y una parte de la proa, el
resto del barco es de los endemoniados.
Hemos avistado un barco, y estas
son las últimas palabras que voy a escribir en mi vida, pues parece un Galeón
de la Real Armada Voy a fletar un bote, a bordo irán junto con este diario, uno
de mis últimos marinos, y un endemoniado encadenado de pies y manos, este va a
realizar el viaje, para que el Capitán del otro navío se haga cargo de la
gravedad de la situación. Y no dude en cumplir con su obligación de
bombardearnos hasta hundirnos.”
Breve
extracto del expediente inquisitorial, redactado por fray Enrique Bocasangre:
“Sucesión de acontecimientos acaecidos el día 16 de diciembre del año
de dios del 1640:
A las diez horas del día de hoy,
D. Fernando Laín Capitán del navío del Rey “San Juan Nepomuceno”, ordeno atacar
a otro Galeón de la Armada de nombre “Resurrección”, de manera que este segundo
barco termina completamente destruido y hundido en las aguas.
La intervención del Santo Oficio
se produce a petición del Capitán General de la Flota de Indias, pues el
Oficial al mando del Nepomuceno, asegura que dicha acción se produce por
petición por escrito de la nave destruida, afirmando dicho Capitán que su barco
estaba poseído por el demonio, apoyando esta aseveración con la prueba viviente
de un marinero poseído por lucifer.
A la una de la tarde,
un piquete de infantes de marina conduce hasta la cárcel de la
inquisición donde se escriben estas líneas, a las pruebas de los hechos, siendo
estas el Diario de a Bordo del “Resurrección”, un testigo, y una persona
supuestamente poseída. Alcanzándose a las once de la noche del mismo día, unas
primeras conclusiones:
La lectura del Diario de a Bordo,
que en principio parece escrito por una mente enloquecida, ante la visión e
intento de interrogatorio de los dos supervivientes, parece que da una visión
creíble de lo acaecido.
El testigo que esta invadido por
el miedo, asegura que todo lo dicho en este Diario es verdad. Igualmente aconseja que se de muerte inmediata al
poseso e incluso a el mismo, pues asegura que el diablo pasa de una persona a
otra directamente.
Tratando de corroborar la posible
posesión diabólica del otro marinero, el mismo no contesta a ninguna pregunta,
comportándose en todo momento como una bestia, no cejando en sus gruñidos, y a
pesar de estar por completo encadenado, tratando en todo momento de atacar a
los Guardias de este Santo Tribunal, procediéndose a darle tormento, el poseído
no presenta ninguna sensibilidad al sentido de dolor de los hombres,
llegándosele a arrancar las uñas con hierros candentes, y mas adelante a
golpear sus atributos masculinos con palos de madera maciza. A las diez de la
noche, se le cercena una mano a este ser, el cual apenas sangra, y cuando lo
hace el liquido que sale de la herida, es una pasta viscosa de color negro.
Es por esto que se consideran
suficientes las primeras Diligencias, aquí descritas, decidiéndose a mayor
gloria de Dios nuestro señor el dar muerte a la persona endemoniada, pues la
misma se merece justo castigo al adorar a lucifer.
Asimismo se determina el dar
igualmente muerte al otro superviviente del naufragio, y al piquete de gentes
de guerra que han traído hasta este lugar las pruebas, esto se hace pues parece
que el demonio se trasmite de persona a persona en este caso del barco maldito
de forma parecida a la peste, por lo tanto es de interés el cortar de raíz la expansión de esta maldición.
Igualmente se determina la
obligación sopena de excomunión, de guardar voto silencio sobre esta causa que
nos ocupa, a toda persona que hubiese tenido conocimiento de la misma”
Fin de Resurrección.
En Valencia (España), a julio de 2012.
Ernesto.
Parecen los zombis de The Walking Dead... pero en otra época y en un galeón, o al menos es lo que yo me he imaginado con las descripciones.
ResponderEliminarA mi juicio, deberías ser menos explicativo con los fenómenos sobrenaturales para que no pierda fuerza el relato y en cuanto al final, me ha parecido demasiado abierto para mi gusto.
Hola Sonia, Si efectivamente es una historia de zombis, como bien sabes me encanta escribir terror, y dado que ahora mismo este subgénero dentro del terror esta tan de moda decidí escribir Resurrección.
EliminarSoy tan explicativo con lo sobrenatural, por que hay radica el pánico, imagina el luchar por tu vida, con el que hasta ayer fue un querido amigo, y encima, para matarlo solo puedes inutilizarle cerebro o corazón, puedes seccionarlo por la mitad, que intentara morderte los tobillos, con sus piernas a dos metros de distancia.
Como siempre muchas gracias por tu comentario.