El juez dijo
que mi acción fue proporcionada, el psicólogo dice que es normal en mi caso el
stress post traumático. Yo solo se que estoy vacío, hacia tres meses que no venía a esta casa. Solo quiero
recoger la foto, una fotografía que me hicieron el día que salí de la Academia,
yo con el uniforme de gala, y junto a mí mi Padre con el traje negro de las
grandes ocasiones.
Y ahora mientras vuelvo a casa,
me asalta el recuerdo, una vez mas
el recuerdo de aquella noche.
Estaba siendo una Patrulla normal
y corriente, Tomas mi compañero y yo salíamos de tomar café en la Bolera,
cuando justo a la medianoche por la emisora nos enviaron a una dirección,
parecía ser que una uvi móvil del SAMU, había acudido a una llamada de
emergencia por un posible infarto. Y que una vez en el domicilio del enfermo,
no informan de su estado ni solicitan traslado a un centro hospitalario ni
nada, de manera que en el 112 se preocupan, y pasan aviso a la Guardia Civil,
allá íbamos Tomas y yo, cuando llegamos al barrio, que yo conocía bien.
Vimos la ambulancia aparcada
justo enfrente, pero vacía y abierta de par en par esto es muy raro, Tomas y yo
entramos en el portal, la llamada por posible infarto se suponía que provenía
del 1º C, y entonces todo se desencadeno. En el suelo en el centro del portal,
en medio de un charco de sangre, un hombre, y debajo de la inscripción “Medico”
de su uniforme, la herida de un hachazo recibido por la espalda. No respira,
desenfundamos nuestras armas. Tomas temblándole la voz llama a la Central por
el Walki “han matado a uno de la ambulancia, tiene que haber sido ahora mismo,
necesitamos refuerzos………Joder YA”. Alguien después de haber pisado la sangre,
ha subido por las escaleras, las huellas rojas están clarísimas en los peldaños.
Y ese sonido familiar un piano,
llega desde un piso alto ¿el tercero?, si puede que si. Entonces me vuelvo
loco, comienzo a subir a la carrera la escalera. En el primer descansillo
enciendo la luz.
Y ante mi, esas pisadas rojas que
suben peldaño tras peldaño, en dirección a la melodía. Voy encañonando hacia
adelante con mi pistola mientras subo de dos en dos. Mi compañero grita algo a
mi espalda pero ni le escucho, voy por el segundo piso y la luz se apaga. Me
deje la linterna en el coche, así que freno de golpe.
Sollozos….. ahora además de al
piano, se escuchan unos lloros ahogados. Apenas veo nada, comienzo a subir
despacio, apunto hacia el lugar del que provienen los lloros.
Tengo el dedo en el gatillo, pero
el esta sentado, hay algo sentado inmóvil, que llora frente al 3º C. Un rayo de
luz, es Tomas que aparece a mi espalda, pistola y linterna encendida en unas
manos temblorosas. La Enfermera del SAMU, mirándome pero sin verme, esta
paralizada y con las mejillas anegadas en lagrimas. El 3º C, entro en el domicilio
lo conozco bien y avanzo directamente hacia la música, pero a la altura de la
cocina veo lo que nunca olvidare.
Sentado sobre la pila del
fregadero, con la espalda apoyada en la ventana que da al patio de luces, que
proyectaba su silueta de manera fantasmagórica. Otro cadáver en su camisa pone
Conductor. Y…….le faltan ambas manos, la música, el maldito piano no deja de
sonar, corro por el pasillo, y llego a mi destino.
Sentado al piano, tocando su
teclado con las manos amputadas del conductor. Y llevando puesto su traje
negro, para las grandes ocasiones decía, disfrutando de la melodía, esta
extasiado tocando y tarareando.
Hasta que cae al suelo, he
disparado tres veces creo, y uno de los tiros ha sido mortal de necesidad, en
la base del cráneo. En su caída arrastra una mesita, yo estoy tan destrozado
que no puedo llorar.
Solo me sale una corta nausea. Y
al levantar la cabeza, pude ver, caída en el suelo entre la mesita y el piano.
La foto, mi Padre y yo cuando salí de la Academia. Entonces alienado y con la tranquilidad del verdaderamente
desesperado, tome el walki y di novedades “hemos abierto fuego dando muerte al
asesino, es un varón de 76 años de edad, se llama José Vicente, y es mi Padre”
En Valencia (España), a enero de 2012.
Ernesto.