BIENVENIDOS

Después de perder mi terror tecnológico con el Facebook, me lanzo a la aventura definitiva, el plasmar mis vivencias, recuerdos y en otras ocasiones aventuras imaginarias. En este blog sin mas preámbulos, os doy a todos la bienvenida a este rincón del guerrero consciente.

domingo, 12 de abril de 2020

UN HÈROE COMO OTRO CUALQUIERA


Día 28 después de la declaración del estado de alarma, un compañero ha dicho que cree que hoy es jueves. La verdad es que nadie está muy seguro. En el grupo II somos 16 Guardias y dos Cabos, nadie tiene muy claro en qué día vive, y todos pensamos que es información irrelevante, en el apocalipsis todos los días son iguales, los apocalipsis son esencialmente monótonos, pero mentalmente duros. El heroísmo no consiste en salvar del fuego a una bella dama de entre las llamas, corriendo con ella en brazos mientras la rescatada te mira a los ojos extasiada y eternamente agradecida. No, el heroísmo no es eso, porque en la vida real no hay cámaras grabando. El heroísmo consiste en “callar la boca”, arrastrar los pies, proteger a tus compañeros y cumplir las órdenes. Se trata de asegurarse de que la rueda siga girando, esa rueda se llama España. Cuando esto termine no habrá medallas ni reconocimiento, de hecho habrá que dar gracias si no hay otro recorte presupuestario, lo sabemos todos, pero alguien tiene que salir ahí afuera y hacer el trabajo.
-Mira Ernesto ese coche se ha quedado tirado en el cauce del rio.
-Sabes porque ha intentado cruzar el rio en mitad de una gota fría, ¿verdad? Seguro que se está saltando el confinamiento, saben que tenemos la carretera controlada.
Bajamos del coche patrulla con el agua por los tobillos, pero cuando entramos en el río para hablar con los ocupantes del vehículo, el agua llega peligrosamente a las rodillas. En el coche viajan dos ancianos y una niña de unos siete años, que nos miran con una extraña mezcla de alivio por el seguro rescate, y horror por el previsible castigo.
-Guardia Civil, para empezar veo que van tres personas en el turismo y eso está prohibido, ¿adónde se dirigen?
-Nieves es nuestra nieta, sus padres han dado positivo en coronavirus, los dos, nos llamaron para que nos la lleváramos con nosotros. Nieves es asmática desde que nació, si ella se contagia puede ser fatal.

Mientras hablamos el caudal del río está cogiendo velocidad, lleva tres días lloviendo sin parar.
-Ernesto corta el rollo, a esta gente hay que sacarla de ahí ya.
Llevo a la niña en brazos, no para de toser y su frente está ardiendo. Hay que trasladar a esta niña al hospital de campaña “cagando leches”. Tras de mí oigo una respiración agitada y violentos chapoteos, es mi compañero que porta “ a caballito “ a la mujer. Con ellas dos a salvo volvemos a entrar en el rio, el agua llega por la cintura y el caudal es rápido. Conseguimos agarrar al hombre por los brazos cuando el coche ya está anegándose de agua. Tiramos y tiramos, nos caemos sumergiéndonos y nos volvemos levantar, el anciano jadea como un pez fuera del agua, supongo que también estará infectado. Miro hacia la orilla y encuentro los ojos almendrados de Nieves fijos en David y en mí mientras sacamos a su abuelo del agua. Encerrados en casa tengo dos niños de su edad. El viejo es un tipo valiente, le cuesta horrores respirar y tiembla de frío, pero lucha contra la corriente en silencio y con determinación sin lloriqueos ni histerias, solo lucha por seguir vivo. He vuelto ha resbalar y es él quien me saca la cabeza del agua y me pone recto. Estamos los tres sujetándonos entre nosotros, si la corriente nos arrastra es a todos, si salimos lo haremos juntos. La guerra contra el virus, ahora mismo contra el río, es una metáfora exacta de la vida, se lucha en grupo, se compite en equipo, se vive en familias y tribus.
 -Hola Doctor.
-¿Algún enfermo de Covid?
-La niña tose y tiene la frente muy caliente, el hombre también aparenta dificultad para respirar.
-¿Habéis estado en contacto estrecho con ellos?
-Sí, les hemos sacado en brazos del agua.
La cara que pusieron en ese momento el médico encargado del triaje de urgencias y el Sargento de Infantería responsable en ese turno de la seguridad del hospital de campaña, fue un poema.
-Deberíais poneros ropa seca inmediatamente y aislaros en vuestras casas, sin contacto con nadie, a la espera de que la Guardia Civil os haga la prueba de coronavirus, si es que les quedan.
David y yo nos asomamos al interior del hospital intentando despedirnos por señas de la familia. Hileras e hileras de camas con pacientes conectados a las bombonas de oxígeno, trasiego constante
entre ellas de los compañeros de Sanidad dentro de las escafandras y los monos de plástico. Al fondo vemos a Nieves, sonríe y nos manda un beso dibujándonos un corazón con sus manitas.
-Ernesto.
-Dime.
-Hoy no ha sido un mal día, ¿verdad?
  -No tío, no lo ha sido.


Final de Un hèroe como otro cualquiera.
En Valencia (España), a 12 de Abril de 2020.
Ernesto.