El lobo estaba estudiando detenidamente los archivos que le habían llegado, el objetivo era un Colombiano de 49 años que vivía cerca de la ciudad universitaria. Tenia un nombre, una dirección y una fotografía, pero El lobo nunca aceptaba un trabajo con esos datos, exigió una ampliación de datos saber a que se dedicaba el objetivo y el motivo de porque debía ser eliminado, muchas veces el tipo o la organización que efectuaba el encargo era reacia a aportar esa información pero el mercenario siempre se mostraba inflexible su hombre y el necesitaban saber con quien se la iban a jugar, no era una cuestión de curiosidad sino de eficacia y de supervivencia.
-Emilio el perfil del tipo es un poco raro, se supone que intenta matar por encargo a la novia del que nos contrata.
-Un sicario, bien pues le daremos de su propia medicina.
Emilio no era una persona culta pero tampoco era un estúpido, aun así tenía tendencia a simplificarlo todo al máximo.
-No, no es tan sencillo es una especie de brujo, presuntamente le han contratado para lanzar una maldición mortal a la novia del tipo que nos hace el encargo, esta en un par de meses tuvo un accidente de trafico que casi le cuesta el pellejo y siendo una chica joven a desarrollado un cáncer mortal.
-No me jodas jefe, ¿en serio?.
El Lobo contesto con un leve movimiento de barbilla, Emilio ya sabía que su jefe era hombre de pocas palabras y también sabía que cuanto peor estaba la cosa menos hablaba, en una situación extrema El Lobo se mantenía firme como una roca pero pasaba a utilizar esencialmente monosílabos. Algo había en este caso que no le gustaba y Emilio se daba cuenta. Lo que le provocaba mariposas en el estomago, pues era consciente de que el instinto depredador de El Lobo en contadas ocasiones erraba.
-Lobo, ¿Qué pasa, que te mosquea de este caso?.
-Que no tiene sentido, pero al mismo tiempo tiene que estar ocurriendo. ¿Por qué ese hombre se gasta una pasta en contratarnos, y además asume el riesgo? , si todo sale mal y aunque no le delatemos (que no lo haríamos jamás), como te decía si todo se va a la mierda y la Policía ata cabos el ira a la cárcel, ¿ es aceptable el riesgo si fuera una jilipollez?.
No desde luego, ¿ese tío esta loco?, eso puede que si pero no vamos a confiar en eso, no podemos confiar en eso.
-Vale Lobo, me estoy perdiendo.
- Le creo, esta pasando de verdad es una historia demasiado rara para ser inventada, y nadie nos contrataría con lo que eso supone si no fuera real, como te decía a menos que nuestro cliente este como una cabra pero ¿Qué posibilidades hay de eso?, por estadística una de cada cinco, no en realidad menos.
Vamos Emilio, que vamos a matar a un tipo que hace magia negra. No se que puede implicar no tengo ni idea de donde nos estamos metiendo, y eso no me gusta.
Roxana tenia nauseas, trataba de pensar en otra cosa intentaba distraer su mente, evadirse de la realidad pero esto es virtualmente imposible cuando se esta conectada a un gotero sentada dentro de un “box” de paredes blanco nuclear y suelo cerámico, sin absolutamente ninguna decoración ni pantalla ni revistas, nada, solo una habitación blanca abierta a un pasillo al cual daban también otras nueve estancias exactamente iguales a la descrita, todas ocupadas por pacientes de cáncer unidos a los goteros que les inoculaban la quimioterapia.
El medico le decía a Roxana que todo seguía según protocolo, y una y otra vez le recordaba que se había detectado la enfermedad en un estadio temprano pero ella no era tonta, y comenzaba a tener la intima convicción de que la estaban engañando, y ella lo prefería, nadie la había preparado para morir con 33 años simplemente su mente se negaba a aceptarlo, la familia y Miguel le decían que estaba siendo muy valiente que hacia lo correcto, luchar, no tenían ni puta idea. No era valor era negación.
Roxana estaba muerta de miedo y se negaba a mirar hacia delante, porque muy dentro de ella no sabia porque pero estaba segura, ni quimioterapia ni leches era mujer muerta.
No era una mala zona para actuar, el Lobo estaba en la terraza de la Churrería con visión directa del domicilio del objetivo degustando un café con leche y reconociendo el entorno, era una calle con bastante movimiento y sin cámaras de seguridad, lo cual siempre era bueno para su trabajo y malo para sus victimas, les acortaba la esperanza de vida. La mitad del trabajo de El Lobo era conseguir pasar totalmente inadvertido, no quedar registrado en ninguna grabación de vídeo vigilancia o tráfico y que no hubiese nadie que le pudiese recordar, un parque grande y diáfano siempre animado, un par de locales con terraza y una ruta de huida fácil hacia la M-30 el plan todavía no estaba ni mucho menos terminado, pero era probable que decidiese ejecutar la operación a la salida o llegada al domicilio de Restrepo, la mayoría de las veces lo mas sencillo es lo mejor solo hay que asegurarse de no dejar rastro
-¿Como va el tratamiento Doctor?.
-Miguel la situación esta estable, no hay muchos cambios.
-Eso es bueno no esta creciendo ni extendiéndose.
-Bueno, no sabría decirle si es bueno.
-Hable claro, por favor.
-Es que Miguel, es muy raro, el tumor se ha extendido a los riñones pero esta inactivo no crece esta inerte. Es como.
-¿Como que? le aseguro que no estoy para adivinanzas.
-Es como si el tumor estuviese latente.
Se quedo el medico unos segundos con la mirada perdida y añadió.
Como si estuviera esperando.
- Entonces ¿cabe la posibilidad de que se revierta el proceso y el tumor progresivamente vaya disminuyendo, todavía es posible la curación?.
-Si claro, es lo que estamos intentando hacer con la quimio y la radioterapia. Lo que ocurre es que la enfermedad no parece estar siguiendo una secuencia lógica, ni responde al tratamiento ni progresa.
- Si lo se, esta esperando.
El ascensor del Hospital Ruber Internacional, difería muy poco de los ascensores de los plebeyos centros médicos públicos, pero Miguel no estaba para admirar la ausencia de decoración del mismo, sonreía mientras abría la aplicación de mensajería que utilizaba para sus escasas comunicaciones con El Lobo. Miguel Rollan era un hombre acostumbrado a plantar batalla y vencer, esta vez no sería diferente por que el tenia información de la que el oncólogo carecía y tenía métodos que la ciencia médica ignoraba.
El si que podía matar al tumor y además rápido, si cortaba el cable la luz se apagaría, posiblemente solo era cuestión de un poco mas de dinero acelerar el tratamiento. Si, Miguel sonreía pues estaba seguro que ganaría una vez mas, todavía estaba a tiempo y nunca perdía el último tren.
Fin de el capítulo VI de “El Santero”.
En Valencia (España), a 9 de junio de 2024.
Ernesto.
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