Sonaba
la música a todo volumen, yo lo agradecía ya que me permitía desconectar y no
estar todo el tiempo hablando con mis “queridos compañeros”, además la mayor
parte de los comensales de la cena ya se habían dividido en grupos que estaban
dispersos entre todos los locales del casco viejo de Hernani. Yo conseguí
permanecer en un grupo bastante amplio del que también formaba parte Juanma,
estaba totalmente concienciado del porque
de mi presencia en Hernani aquella noche, y aunque era poco probable que
mi objetivo tratara de aprovechar su estancia en la cena de la coordinadora
para en un momento dado despistarse, y entrevistarse a solas con alguien de la
otra organización en la que militaba, ETA. Permanecí obstinadamente cerca de el
aunque siempre bailando sobre el estrecho hilo que te permite estar adherido a
una persona sin que esta apenas repare en tu existencia.
Pero si puede que Juanma estuviese
relajado yo no lo estaba, y note que
el ambiente del local en el que estábamos se estaba enrareciendo por momentos,
era mas una sensación subjetiva que un hecho demostrable, pero yo al igual que
los elefantes percibo los terremotos, así que solté el vodka con limón
consumido en un ochenta por ciento que tenia en la mano, y que seguramente
tenia mis sentidos abotargados, para poder articular una reacción a vete tu a
saber que, hay que comenzar desde el principio por sistema. ¿Dónde estaba?,
mecago en la leche , no sabia donde estaba, pero al menos ya podía confirmar
que mis sentidos estaban al menos tan ralentizados y torpes como el trafico en
jueves santo, comienzo a mirar las paredes del local, ikurriña, fotos de
presos, un póster en el que se puede ver a un enorme cerdo al que le habían
puesto una guerrera verde y un tricornio, y como no, los dos individuos que permanecían
al otro lado de la barra con sendas camisetas en las que se podía leer “euskal
presoak euskal herrira”, estaba en una herriko taberna y no me percate hasta
entonces (Jesús eres un monstruo, te has conseguido infiltrar, porque con lo
gilipollas que eres quien sospecharía
de ti ), estar en una herriko para mi era bueno, pero estarlo sin tener
conciencia era muy malo me había dejado influir por el ambiente y la ingesta de
alcohol, baje la guardia, por un momento no tuve muy claro si estaba en una zona
de marcha de Guipúzcoa o de Valencia. No hable de mas no me traiciono el
subconsciente, pero quien sabe durante cuantos minutos estuve vigilando a mi
objetivo totalmente descolocado, como si fuese un detective tras un marido
infiel, y sin tener en cuenta que el exceso de confianza mata a mucha mas gente
que el SIDA.
Mientras
yo me flagelaba por el descuido, las cosas ocurrían con rapidez a mi alrededor
, me percate como un grupo de jóvenes borrokas que llevaban un buen rato en la
otra punta de la barra, comenzaban a moverse y a mantener breves conversaciones
con otros “alternativos” que
entraban y salían de la herriko. Entonces algunos de aquellos borrokas entraron
en la trastienda de la Taberna, y salieron con un par de cajas de cerveza, pero
los botellines de las cajas estaban rematados con cinta aislante y los
portadores de las cajas aceleraron el paso hasta casi correr para ganar la
acera.
Aquello
ya no tenia gracia, estaba a punto de comenzar un disturbio conmigo en medio,
no lo que es peor, en un bando, en el malo, a todo esto Juanma seguía contándole toda su vida, a juzgar el rato que llevaban
hablando a un dirigente Vizcaíno de la coordinadora, y no paro hasta que en un
intervalo de unos diez segundos dos fortísimos fogonazos iluminaron a través de
los ventanales todo el local. En la calle estaban ardiendo dos contenedores de
basura, también se veía a un numeroso grupo de jóvenes con los rostros
cubiertos por pañuelos palestinos o pasamontañas, cruzando en el centro de la
calle un Renault 21 de color blanco, como era de esperar, Mikel y Iosu
reaccionaron dando saltos de alegría , ellos no concebían una buena noche de
marcha si al final no se destrozaba un poco de mobiliario publico, y no se
gritaba un poco “gora ETA militarra”, salieron a la calle y comenzaron a jalear
a los energúmenos que habían incendiado los contenedores con gritos, saltos y
palmas como si estuviesen en un concierto de “rock”, los incendiarios
pertrechados tras sus pasamontañas, se mantenían imperturbables sujetando de
forma aparentemente dura y amenazadora con sus manos diestras cada uno un
“cóctel molotov”, estaban desplegados imitando un pelotón de infantería,
cubriéndose las espaldas unos de otros y ocupando las dos aceras y las cuatro
esquinas de la calle, en realidad todo era una pose, como la del Subcomandante
Marcos y sus Zapatistas. Ya que después de consumarse el estrago y la barricada
no se produjo ninguna carrera, tampoco ningún disparo sonó en la noche,
simplemente no ocurrió nada, y es que todos sabíamos que la “Ertzaintza” no
intervendría nunca en el casco viejo de Hernani,
Los
encapuchados quemaron esos contenedores por la simple razón de que era lo único
quemable en todo ese barrio, ninguna cabina telefónica y desde luego ningún
cajero automático, en cuanto a vehículos ya se puede imaginar que el único
aparcado en la calle era el R 21, la paz impuesta por la dictadura solo se vio
truncada por una mujer de unos sesenta años de edad, que asomándose al balcón
de un primer piso dijo:
-¿Que
hacéis con el coche de mi sobrino? ……bestias.
-cállate
borracha ….contesto un borroka.
Supongo que como la montaña ni se inmutaba,
Muhamad decidió hacer algo, la Ertzaintza cuando ocurrían estos disturbios en
lugar de sofocarlos, supongo que intentaba evitar que se extendieran, y para
eso cerraba las calles de la zona en la que se estaban cometiendo los desmanes,
renunciando a detener a sus autores, a cambio de que estos no salieran a quemar
cajeros o autobuses fuera de la zona que les cedía la administración. En la
práctica ocurría que los cascos viejos de las ciudades o pueblos enteros como Oyarzun o Usurbil en Guipúzcoa,
Echarri Aranaz en Navarra u Ondarroa en Vizcaya estaban bajo el completo
control del entramado Etarra.
Volviendo a aquel día, como decía, los “Jarraitus” no le encontraban
diversión a quemar contenedores y levantar barricadas sin resistencia, de modo
que se dirigieron a un cruce de calles que distaba unos doscientos metros, y
que estaba tomado por los antidisturbios de la Policía Autonómica, los
“Beltzas” (negros), apodo popular que provenía de su muy paramilitar uniformidad compuesta de yérsey, pantalón,
botas, guantes y pasamontañas negro, todo combinado con un casco rojo muy mono, para mi
sorpresa Juanma debía sentirse tan impune que pese a no conocer la zona, y a
que ya no tenia 17 años, decidió unirse al deporte de moda ……. Apedrear a los
“Zipaios” (Ertzaintza en el argot Etarra)
y ni corto ni perezoso se unió al “totum rebolutum” de terroristas
callejeros organizados ,
terroristas callejeros ocasionales y borrachos de fin de semana, que comenzó a hostigar a distancia a
los “Beltzas” con piedras y cocteles incendiarios, yo se supone que no tenia
que correr riesgos innecesarios, pero mi objetivo e inmediatamente me di
cuenta, mas de la mitad de los asistentes a la asamblea de la
coordinadora, estaban inmersos en
el enfrentamiento, de forma que me cubrí el rostro con mi Palestino de la forma
mas estéticamente revolucionaria posible, corrí hacia el cruce , grite CABRONES,
y tome un canto rodado, de uno de los sacos llenos de piedras , cantos y trozos
de ladrillo, que los terroristas habían situado en las aceras para
autoservicio.
Lo tire con fuerza, aunque apuntando con
cuidado a una zona en la que no se
encontraba ningún policía, comenzaron a sonar los disparos y el inconfundible
clic-clack metálico producido cuando los antidisturbios cargaban las escopetas
de repetición tras cada detonación, yo como era uno de los buenos, y además no
tiraba a dar me mantuve de pie y sin moverme entre las pelotas de goma volando,
mientras continuaba con mi
interpretación, “CABRONES…. DESGRACIAOS”
lance una segunda piedra esta vez para ser mas creíble contra la
carrocería de una de las furgonetas, pero lógicamente los Agentes no tenían ni
idea de quien era yo. Así que de pronto mientras gritaba algo con el puño en
alto, me quede sin respiración, y un agudo dolor en el abdomen casi me hace
caer al suelo, en ese momento, cuando tenia una rodilla hincada en la acera y
con las manos me oprimía las costillas instintivamente para calmar el dolor dos
encapuchados me sujetaron por las axilas y me arrastraron hacia atrás
-lasai compañero te
tenemos.
Tiene narices la policía me había
herido, y dos proetarras me rescataban y sacaban de la primera línea , las
vueltas que da la vida como diría la canción. Todavía les debía el favor a
aquellos dos cerdos, ya que estuve a punto de perder el conocimiento y si me
llegan a detener y cotejar mis huellas dactilares se hubiese formado un follon
a nivel político notable , los dos
“borrokas” que me rescataron me arrastraron a toda velocidad por la calle,
mientras yo boqueaba tratando de recuperrar el resuello (para el que no haya
recibido nunca el impacto de una pelota de goma disparada por una escopeta de
calibre doce, le dire que es como recibir un derechazo de Mike Tyson o mejor
una coz de un caballo ), en unos instantes me estaban izando por unas escaleras
en mitad del caos, ya que subian y bajaban corriendo proetarras casi pisandose
unos a otros, entramos en un piso a traves de una puerta entreabierta, coño no
era un piso, era una sede del sindicato LAB, (Sindicato nacionalista implantado
en todo el Pais Vasco y Navarra), las oficinas ocupadas por ordenadores y
archivadores con el anagrama del sindicato estaban ahora atestadas de borrokas
refugiados.
Parece ser que tras tumbarme de un pelotazo,
los “beltzas” habian realizado un amago de carga, y los heroicos “gudaris”
(soldado en Euskera), sufrieron un ataque de pánico y se estaban subiendo hasta
a las farolas, me vi arrojado como un fardo a una habitación, en la que
compartia el suelo con con una joven de unos veinte años que lloraba como una
magdalena y de cauya nariz manaba sangre en abundancia, y dos “borrokas” que se
afanaban en rellenar botellines de coca cola con gasolina. La luz de la habitación
estaba apagada, y veiamos valiendonos del replandor naranja producido por el
incendio de la calle que se filtraba a traves de los ventanales, recuerdo la
sensación extaraña, hipnotica incluso, creada por la luz naranja sobre las
paredes, el olor a gasolina y los lloriqueos casi histericos de la borroka
tumbada a mi izquierda, con sus dos compañeros frente a ella ignorandola por
completo, mientras con sus manos temblorosas rellenban los botellines
derramando gasolina por todas partes.
-Tened cuidado joder, como tiren dentro un
bote, esto va a petar
esto lo habia dicho un barbudo con un
pañuelo negro en la cabeza y el tronco de su cuerpo cubierto por una bolsa de
basura a modo de peto, el consejo era muy sabio, pues con el suelo de la
habitación impregnado de gasollina, si entraba por la ventana un bote
lacrimógeno el peligro de deflagración era muy real , el dolor en el abdomen ya
era mucho menor asi que me puse en pie y sali de la habitación, ninguno de mis
tres acompañantes ya descritos me presto la menor atención, en el pasillo vi
como el barbudo iba de aquí para alla farfullando ordenes, me fije en que,
ademas llevaba puestos unos guantes de latex, como los que usan los médicos,
ese tio si no era un profesional, era al menos un veterano, con el equipo
improvisado de guerrilla urbana que llevaba. Podia doblar una esquina a la
carrera y cambiar de aspecto en un segundo quitandose de un tirón el pañuelo de
la cara y la bolsa de basura de la que le salian a traves de dos agujeros ambos
brazos, luego en otro segundo arrojaba al suelo los guantes. Y sin haber dejado las huellas en ningún
sitio, y sin tener las manos manchadas de polvora o gasolina, era un ciudadano
inocente y temeroso de dios que huia de la algarada a la carrera.
A las siete de la mañana tenían prevista
su salida los autobuses que nos llevarian de regreso a Pamplona, justo desde el
frontón en el que habíamos cenado la noche anterior. Solo tenia que mantenerme
entero y sin detener hasta esa hora, asi que tras asegurarme que seguia teniendo
la camara fotográfica y las servilletas con las anotaciones, decidi hacer lo
mas sensato, dejar pasar el tiempo, ya eran las cuatro de la mañana, en un par
de horas habria terminado todo y podria volver tranquilamente andando al lugar
de partida de los autobuses, no queria correr el riesgo innecesario de bajar a
la calle , tampoco queria que nadie se fijara en mi quedandome en la oficina de
LAB, y como las soluciones mas sencillas suelen ser las mejores, sali de la
oficina amparado por el desconcierto y en lugar de bajar por las escaleras subi
, en el descansillo del piso de arriba me sente acomodandome contra la pared, y
empece a pensar que cojones hacia yo escondido en la escalera de un edificio
del casco viejo de Hernani, mientras en la calle ardian unos contenedores y una
antigualla de vehiculo estaba volcado en el centro de la calle.
No pude evitar que me entrara la risa, y
comenzo a invadirme la añoranza mientras comenzaba a retroceder en el pasado
mas próximo.
Fin del capítulo IV de "Genin".
En Valencia (España), Abril de 2012.
Ernesto.
Fin del capítulo IV de "Genin".
En Valencia (España), Abril de 2012.
Ernesto.
Este capítulo me recuerda a una profesora de gimnasia que tuve en el instituto. Era del norte, no recuerdo ahora bien qué parte, pero nos contaba que cuando iba a visitar a la familia y se producían disturbios como el que has descrito, ella cogía de la mano a sus hijos y a correr. Hablaba de ello como si fuera algo habitual para la gente vasca. Y recuerdo también que cuando nos hablaba de la quema de coches u oficinas bancarias, parecía una fiesta y los tiros, los describía como petardos que la coronaban.
ResponderEliminarSi, habían dos comportamientos habituales, el aceptarlo como si fuera algo normal y corriente (la mayoría de la gente) mirando para otro lado, y dos minorías enfrentadas, los independentistas radicales, que jaleaban el fenómeno y los grupos como Gesto por la Paz, que fueron los primeros en enfrentarse civilmente a los criminales.
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