Tengo que dar
una forma sensata a esto , debo hacer las conclusiones de la investigación para
el Tribunal y los jefes y todo es un absurdo. Tengo cuatro cadáveres, cuatro
personas muertas atrozmente y dos papeles, pequeñas notas con la inscripción
46 manuscritas de puño y letra por
alguien, o algo desconocido. Soy
el Inspector Jefe del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Valencia, y
no tengo ni idea de cómo hacer las conclusiones de este caso, por que nunca me
había encontrado algo así, en realidad en toda España nadie había tenido jamás
un caso así.
El 7 de Marzo
apareció esa chiquilla, Magdalena , entre unos escombros en un descampado cerca
del campus de la Universidad
Politécnica, el cuerpo estaba calcinado y algún malnacido dejo una botella rota en el interior de
su vagina, ni siquiera se molestaron en sacar ese objeto después de forzarla,
supongo que nos querían dejar un mensaje, debía estar claro que era un crimen
de origen sexual. Solo teníamos el cuerpo de una adolescente vejado y luego
quemado entre unos hierros oxidados y montañas de ladrillos, y algo que parecía
una broma de mal gusto, la ocurrencia de la mente enferma de un psicópata, 46, estos dos números
grabados con sangre en el suelo, no los pudimos ver hasta que practicamos el levantamiento
del cadáver.
Sacamos
fotografías de todo, buscamos semen, células epiteliales, pelo, cualquier cosa,
lo único que teníamos eran esos dos números escritos con sangre…la sangre de la
víctima, Magdalena estudiante de la ESO, 14 años de edad, su vida apenas
comenzaba cuando le dieron el peor de los finales.
Justo una
semana después el día 14, cuando estaba enfrascado con los interrogatorios de
vecinos y compañeros de clase de la víctima, se encontró el segundo cadáver,
Asensio, veinte años de edad,
estudiante de Derecho, sin antecedentes . En esa cafetería jamás olvidaran la
escena, eran las once de la mañana y Asensio en un momento de descanso entre
las clases se había acercado para tomar un pincho de tortilla y una Coca Cola,
entonces se escucho un grito seco y desgarrado que provenía de los aseos del
establecimiento. Yo apenas llegue a la media hora de haber ocurrido todo,
camareros y clientes estaban en estado de shock, y sentado sobre el WC Asensio,
con la espalda apoyada en la pared y estrangulado con la cadena de la cisterna,
los ojos todavía abiertos desbocados por el terror, y en el centro de su frente, clavado a su cráneo un papel con
dos cifras escritas, 46, pero lo mejor, o mejor dicho lo peor, era la
conclusión de la inspección ocular del lugar del crimen, el cuarto del inodoro
en el cual pereció la victima carecía de ventanas y el pestillo de la puerta
estaba echado por dentro, hubo que derribarla para acceder hasta el cuerpo.
Por lo tanto
se consideraba inexplicable la vía de salida del autor o autores del hecho.
Día 28 de
marzo, catorce días después del asesinato de Asensio , Gines, veinte años de
edad, estudiante de Farmacia igualmente carente de antecedentes y de buena
familia. Cuando me sonó el móvil
no se como pero ya lo sabia,
- Jefe, soy el
Subinspector de Guardia, no se lo va a creer.
Pero si, a esas alturas, yo ya lo creía todo. El testigo
ocular del hallazgo del cuerpo de Gines era su madre Dolores, quise hablar con
ella antes de que todo se enfriara, habían trascurrido dos horas desde la
llamada del Subinspector de Guardia, pero la buena mujer estaba sedada y fuera
de sí. No me extraña, dado que lo encontró en el estudio del apartamento
familiar aquella tarde al regresar
de la compra, fue a su hijo sentado en su silla frente al ordenador, ensartado
de parte a parte, por aquella reliquia familiar, una espada de acero Toledano
que atravesó el tronco de Gines y el respaldo de la silla.
En la punta de
la Toledana, todavía anegada de sangre, una nota manuscrita 46.
Y hoy mismo 6
de Abril de 2012, Viernes Santo, estaba en mi despacho leyendo una confesión
redactada de puño y letra por Mauricio , también vecino de Valencia de veinte
años, sin antecedentes y estudiante de Arquitectura:
“Estoy muerto de miedo, estoy desesperado, por
eso confieso y por eso suplico el perdón, lo que hicimos fue horrible, pero ya
no hay marcha atrás y no quiero morir, busco una segunda oportunidad. El día 7
de Marzo del actual, Gines, Asensio, y yo habíamos mezclado de todo, LSD con
alcohol, puede que coca, yo que se no puedo saberlo, apareció esa cría, estaba
buenísima pero solo era una chiquilla, nunca debería haber ocurrido eso.
Asensio le dijo algo, o se lo dije yo, no lo se, el caso es que ella se lo tomo
a mal y nos insulto, Gines le dio un puñetazo, y ella cayo al suelo, se levanto
temblorosa manando sangre de sus labios, no se por que aquello nos excito y se
lo hicimos los tres.
Era de madrugada, y en aquel lugar nadie nos
veía, nos creíamos dioses con el derecho de perdonar la vida o dar muerte,
estábamos ciegos de droga y adrenalina, de manera que la quemamos, se acercaban
las fallas y nos dijimos riendo que íbamos a prender nuestro “ninot”
particular, le prendimos fuego, pero antes sentimos curiosidad, tomamos su DNI
y miramos su edad, solo tenía catorce putos años, nosotros teníamos los tres
veinte, 20X3=60-14=46. Escribimos en el suelo con su sangre 46, esas chorradas
se le ocurren a uno cuando esta ciego.
Me entrego para obtener protección, ella ha
vuelto, regreso para cazarnos, me da igual entrar en la cárcel, no quiero
entrar en el infierno.”
Coincidiendo
con el final de la lectura sonó el teléfono.
-Inspector baje
a los calabozos ahora mismo.
No me jodas, no puede haber ocurrido
otra vez, pero si ocurrió. Corro
por el pasillo de los sótanos de la Jefatura, con calabozos a izquierda y
derecha, el humo apenas me deja ver, veo una puerta abierta de la cual sale el
humo, y cuando me asomo por ella, veo a dos Policías con sendos extintores
tratando de apagar a un hombre en llamas, es Mauricio , el olor a carne quemada
me produce arcadas, el detenido esta ardiendo en solitario, nada mas esta
prendido, el fuego es como si saliera de su interior, una combustión
espontánea.
Como digo nunca hubo un caso como este, y en medio de esta atrocidad, sonrío,
no tiene gracia pero no puedo evitarlo, Mauricio cuando murió estaba en la
celda número 46.Fin de 46.
En Valencia (España), Abril de 2012.
Ernesto.
joooooder, como hagan una peli te dan un oscar
ResponderEliminarHola virus, me alegro que te guste, lo perfecto seria que rodaras tu la cinta, entonces quedaría perfecto, por cierto en tu blog falta por publicar la historia que me contaste.
Eliminarno creo que yo pudiera hacer ningun papel, estos son universitarios y el unico concepto que yo tengo de universidad es la de american pie, jajajajajaja.
ResponderEliminarme gustaria contar mi historia pero no se ni por donde empezar, aunque espero con el tiempo poder hacerla.
Se empieza por el principio, y se termina cuando quieras, solamente es eso.
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